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El neodarwinismo también llamado teoría sintética de la evolución, es básicamente el intento de fusionar el darwinismo clásico con la genética moderna, y fue formulado en la década del 30 y el 40 (siglo XX) por científicos tales como G. G. Simpson, Mayr, Huxley, Dobzhansky, Fischer, Sewall Wright, y otros.

Según esta teoría los fenómenos evolutivos se explican básicamente por medio de las mutaciones (las variaciones accidentales de que hablaba Darwin) sumadas a la acción de la selección natural.

Así, la evolución se habría debido a la acumulación de pequeñas mutaciones favorables, preservadas por la selección natural y por consiguiente, la producción de nuevas especies (evolución trans específica) no sería nada más que la extrapolación y magnificación 
de las variaciones que ocurren dentro de la especies.

Cabe señalar que a partir de la década de los 70 (siglo XX), y en un esfuerzo por salvar la teoría de la evolución del problema insuperable que representa la ausencia de fósiles intermedios, algunos autores como Stephen Jay Gould y Niles Elredge propusieron la teoría del "equilibrio puntuado" en reemplazo del gradualismo de la teoría sintética clásica, diciendo nada menos que ésta estaba efectivamente difunta.

Sin embargo, ante la vehemente reacción en contra se esta postura por parte del "establishment" darwinista, Gould y Eldredge dieron en gran medida marcha atrás y trataron de conciliar de alguna manera la teoría del "equilibrio puntuado", con la teoría neodarwinista clásica y hoy en día la mayoría de los autores evolucionistas sigue aceptando al neodarwinismo como la verdadera teoría de la evolución.

Teoría derivada del darwinismo que, apoyada en los avances científicos en materia de citología, bioquímica, genética, etc., niega la influencia del medio en la evolución de las especies y la herencia de los caracteres adquiridos, concediendo valor fundamental a las variaciones germinales que se originan por selección natural y se manifiestan por caracteres morfológicos o funcionales nuevos.

Darwinismo es un término con el que se describen las ideas de Charles Darwin, especialmente en relación a la evolución biológica por selección natural. El darwinismo no es sinónimo de evolucionismo, el cual es anterior: las teorías darwinistas son evolucionistas, pero aportan el concepto de selección natural, algo completamente nuevo en la teoría de la evolución.

Las concepciones evolucionistas de Darwin constituyen un complejo sistema teórico, un conjunto de teorías relacionadas, más que una teoría singular. El núcleo de esas concepciones sigue conservando toda su validez, a pesar de su natural insuficiencia y de algún error significativo, sobre todo en su explicación de la herencia a través de pangénesis. En el darwinismo hay tres ejes teóricos que explican distintos aspectos de la realidad biológica.

El transformismo, que es la noción de que las estirpes van cambiando sus características a lo largo del tiempo de una manera fundamentalmente gradual. Lo que ahora designa el término evolucionismo fue señalado durante mucho tiempo, hasta bien entrado el siglo XX, como transformismo. 
La noción de que las estirpes se diversifican, por adaptación a ambientes o modos de vida diferenciados, ramificándose; el otro aspecto del mismo fenómeno es que todas las especies están emparentadas, aunque en grados distintos, y en último término todas las especies tienen su origen común en un remoto antepasado común único. De esta convicción deriva la de que es obligado intentar clasificar las especies por su parentesco (filogenia), criterio que debe pasar por encima de cualquier otro. Darwin desconfiaba de que este ideal fuera alcanzable, aunque el desarrollo reciente del análisis filogenético lo está aproximando. 
La adaptación al ambiente que motiva el cambio evolutivo, según había sido ya propuesto con anterioridad por otros autores, como Lamarck, debía tener su mecanismo en la selección natural, concebida como resultado de dos factores. Éstos son, por un lado, la variabilidad natural hereditaria de los individuos de una especie y, por otro, la tasa diferencial de éxito reproductivo, dependiente también de la tasa de supervivencia, entre las distintas variantes genéticas presentes en la población.