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Movimiento religioso surgido en el siglo XVI en el ámbito de la Iglesia cristiana, que supuso el fin de la hegemonía de la Iglesia Católica y la instauración de distintas iglesias ligadas al protestantismo. La Reforma, precedida por la cultura del renacimiento y, de alguna forma, seguida por la RevoluciónFrancesa, alteró por completo el modo de vida de Europa occidental e inició la edad moderna. Aunque se inició a principios del siglo XVI, cuando Martín Lutero desafió la autoridad papal, las circunstancias que condujeron a esa situación se remontan a fechas anteriores y conjugan complejos elementos doctrinales, políticos, económicos y culturales.

El término Reforma y su valoración histórica considerándola como sólo un suceso religioso es inapropiado. La realidad es que más que una reforma fue un cisma de disensión eclesiástica e ideológica. Evaluarla sólo como un evento eclesiástico tampoco es certero; la historia propone que más bien fue unmovimiento cuyas causas y circunstancias provenían de situaciones políticas, sociales e ideológicas que posibilitaron que sólo en ese momento, y no antes como se había intentado, se comenzara a limitar el absolutismo y la mano de hierro con que la Iglesia Romana azotaba al viejo continente.

Con el Renacimiento, los ojos de los hombres tanto tiempo enfocados en los cielos, comenzaron a volverse hacia el mundo circundante y bajo ellos. Los mismos fundamentos de la autoridad católica romana fueron socavados por las nuevas formas de pensamiento humanista.

La Reforma católica si bien tuvo su momento de apogeo en el siglo XVI, puede afirmarse que en el terreno ideológico comenzó con el Renacimiento y la doctrina humanista de principios del siglo XIV; movimientos que fueron potenciados por algún traspié de la Iglesia Romana como la Cautividad Babilónica y el Gran Cisma de Occidente, que cuestionaban la moral eclesiástica romana y sus propósitos.

La Reforma destruyó el monopolio de la fe y de la organización eclesiástica de los pueblos Cristianos de Europa, separó a muchos millones de la Iglesia Romana.

Es probable que si la situación no hubiese sido tan propicia un proceso de cambio similar se daría varios siglos después, o por el contrario, otros proponen que los sucesos de este período pueden ser que hayan salvado a la Iglesia Católica Romana de la completa decadencia interna y del provincialismo, en un tiempo en que el mundo estaba en rápida expansión. Ciertamente, sin el estímulo y la redefinición que surgieron del conflicto con los reformadores, la Iglesia Romana hubiera estado mal preparada para enfrentar lo que le esperaba en un mundo nuevo y más grande. Sin la Reforma, a la corrompida Iglesia Romana tal vez le hubiese tocado la misma suerte que siguió el Imperio que varios siglos antes la alojó.

Nadie puede afirmar que podría haber pasado, pero lo que sí es seguro es que la Reforma marcó a fuego a Europa y dictó el desarrollo de los siguientes siglos.

La historiografía tradicional francesa considera que la edad moderna transcurre entre los siglos XVI y XVIII, situando sus comienzos en torno a la caída de Constantinopla en 1453, al descubrimiento de América en 1492 y al fenómeno cultural del renacimiento, en tanto que emplaza su final en el derrumbamiento de la vieja monarquía y el proceso revolucionario iniciado en 1789 (Revolución Francesa), con el que se iniciaba la contemporaneidad. En cambio, en la historiografía anglosajona el término ‘moderno’ hace referencia a un periodo más prolongado y móvil. En consecuencia, la duración de los tiempos modernos tradicionalmente se ha situado tras el renacimiento, hacia el año 1600, y su final tiende a prolongarse en el tiempo hasta el siglo XX. Esto nos habla de la magnitud de la Reforma, que puede llegar a ser considerada como el inicio de la edad moderna; cuando el hombre deja de fijar sus ojos en el firmamento, comienza un replanteo que modificaría sus creencias y llega a cuestionar la autoridad de la Iglesia Católica Romana.

El término Reforma y su valoración histórica considerándola como sólo un suceso religioso es erróneo. La realidad es que más que una reforma fue una revolución, y en vez de limitarse al ámbito eclesiástico llegó a penetrar en todas las castas sociales de la Europa occidental y central. Hablar de la reforma como un evento eclesiástico no es certero; la historia propone que más bien fue un movimiento cuyas causas y circunstancias provenían de situaciones políticas, económicas, sociales e ideológicas que posibilitaron que sólo en ese momento, y no antes como se había intentado, se comenzara a limitar el absolutismo y la mano de hierro con que dominaba la Iglesia Romana al viejo continente.

La Reforma católica si bien tuvo su momento de apogeo en el siglo XVI, puede afirmarse que en el terreno ideológico comenzó con el Renacimiento y la doctrina humanista de principios del siglo XIV; movimientos que fueron potenciados por algún traspié de la Iglesia Romana como la Cautividad Babilónica y el Gran Cisma de Occidente, que cuestionaban sobre la moral eclesiástica y sus propósitos.

Más de un siglo de matanzas y persecuciones siguieron a los reformistas, propiciados por la Iglesia Romana en un intento por reprimir a los disidentes. Pero el esfuerzo de la Iglesia por mantener su "cesaropapismo" fue vano, se vio obligada a relegar gran parte de su influencia, y los estados del norte de Europa dejaron de responder al órgano eclesiástico.