Existen diferentes versiones del cuento “El Pescador y el
Genio”, especialmente sobre cómo termina. Un resumen es el siguiente:
Había una vez en Oriente un pescador muy pobre que salía
todas las mañanas a lanzar su red. Una mañana, luego de no haber pescado nada
en sus primeros tres intentos, cerró los ojos, pidió la mejor de las suertes y
volvió a echar su red. Logró pescar una jarra de cobre amarilla muy pesada. Al
abrirla, un humo salió y consigo un genio, quien le preguntó de qué manera
quería morir.
El pescador no entendía por qué el genio le preguntaba como
quería morir. Así que el genio le explicó que él era un espíritu de un hombre
que se negó a los vasallajes del Rey Salomón y que como castigo lo hicieron
encerrar en esa jarra de cobre, y fue echado al mar. Que durante los primeros 3
siglos él quería recompensar a quien lo liberara, pero que luego se enfureció y
desesperó, y juró matar a quien lo sacara de su prisión.
El pescador, aterrado y sin querer morir, finalmente lo retó
a demostrar que ese genio efectivamente estaba encerrado en esa jarra de cobre,
a lo que el genio accedió y cuando volvió a meterse en la jarra, el pescador le
cerró la tapa y volvió a lanzarla al mar, salvándose así de una indeseada e
inesperada muerte. Ahora el genio espera a un nuevo pescador que lo libere de
su prisión.
La moraleja de esta historia es que debemos actuar con
sagacidad y audacia ante la presencia del mal en nuestra vida.