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La importancia de educación en la edad media, que establece la diferencia con el mundo antiguo, salta a la vista; la aparición de un componente del Estado que no existía con anterioridad: La institución de la Iglesia. Las transformaciones de la sociedad medieval, impusieron un nuevo elemento de dominio, diferenciado de lo hasta entonces conocido: El religioso. La religión cristiana, acabó, a fin de cuentas, por convertirse en la Iglesia oficial del propio imperio. De la acumulación, monopólica pero pasiva, de tierras y riquezas monetarias, no pasó mucho tiempo para que la Iglesia comenzara una actividad financiera de gran dinamismo. Durante toda la edad media, los monasterios se convirtieron en poderosas instituciones bancarias de crédito rural. En la educación monacal, a excepción de las escuelas elementales, se enseñaban tres áreas generales: Gramática, Retórica y Dialéctica, eran los pilares de la enseñanza. “…juristas doctos, secretarios prácticos y dialécticos hábiles, capaces de aconsejar a reyes y emperadores y de hacerse pagar largamente los servicios”. Eso era lo que producían las “Escuelas Externas” del monasterio”. Por su parte, los nobles destinados al ejercicio de la guerra, solían permanecer al lado de su madre hasta la edad de 7 años, pasaba a formar parte del servicio de algún señor feudal en calidad de paje. A los 14, se convertía en escudero y acompañaba al señor a la guerra, a los torneos y a las partidas de caza y, cuando rondaba los 20 años, se podía armar caballero.El noble, además de guerrero, era terrateniente y dueño de una cantidad variable de siervos, al igual que los demás propietarios. La gran propiedad feudal, (la señorial y la monástica) no era una extensión continua y única de tierra, sino que se encontraba diseminada, en torno a las pequeñas “Villas” en que habitaban los vasallos y los siervos, lo que obligaba a los señores propietarios, a andar de lugar en lugar, consumiendo los frutos de cada uno y, desde luego, recolectando los tributos e impuestos. Hacia el siglo X, se empezó a formar una nueva clase social: La Burguesía (del alemán “Burg “burgo” (o ciudad).
En efecto, hasta esta época, las ciudades no eran más que castillos agrandados en su extensión y, sus habitantes, eran en su mayoría, artesanos y domésticos al servicio de un señor. A partir del siglo XI, sucesivas mejoras tecnológicas, aplicadas a la producción y la comercialización de una mayor diversidad de productos, permitieron acceder a una nueva etapa en el proceso de desarrollo económico y cultural, lo que, por ende, acarreó también mejoras en el ámbito social y educativo. En tanto la burguesía pudiente, triunfaba en las universidades, la pequeña burguesía invadía las escuelas elementales.
A mediados del siglo XIII, los magistrados de las ciudades comenzaron a exigir escuelas primarias subsidiadas y administrados por la ciudad. Este hecho, insignificante en apariencia, era un evidente atentado contra el control que la Iglesia ejercía en la sociedad de su tiempo: Las escuelas municipales, logran que se abandone el latín y se enseñe en la lengua materna y se le da mayor importancia al estudio del cálculo numérico y la geografía, que a la teología. Esto permitió que, un mucho mayor número de niños y jóvenes, de la pequeña burguesía, se prepararan como expertos navegantes y contadores.
Esta nueva clase social, en acelerado proceso de formación, hizo gran presión sobre la Iglesia, al ampliar el número de estudiantes y, de esta manera, logró hacer de la antigua educación elemental, una especie de antecesora de la educación técnica, al alcance de muchas más personas.
La principal consecuencia directa de esta engañosa “democratización” de la educación burguesa fue, ni más ni menos, que la llegada del Renacimiento.
En la Baja Edad Media la cultura está en manos de la Iglesia, pese a la cada vez mayor presión por parte de los municipios. Los estudiantes universitarios son considerados a todos los efectos como clérigos menores, y en caso de que cometan algún delito o deban rendir cuentas ante la justicia son siempre juzgados por tribunales eclesiásticos, no civiles.La Alta Edad Media fue una época de estupenda vitalidad artística e intelectual. El periodo fue testigo del crecimiento de las instituciones educativas, un renacimiento del interés por la cultura antigua, un despertar del pensamiento teológico, el resurgimiento de la ley, el desarrollo de una literatura vernácula y una explosión de actividad en el arte y la arquitectura. Si bien los monjes continuaron desempeñando un importante papel en la vida intelectual, cada vez más el clérigo secular, las ciudades y las cortes (fueran de reyes, príncipes o altos funcionarios eclesiásticos) comenzaron a ejercer una nueva influencia. De importancia especial fueron las nuevas expresiones que surgieron en los pueblos y ciudades.