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Napoleón Rodríguez Ruiz: ''Jaraguá'', su mejor herencia
Con frases y palabras sencillas dibujó la escena cotidiana del campesino salvadoreño. 
Sus sueños, sus amores, miserias y alegrías se contaban a través de aquellas páginas que gritaban el calor de la siembra y el rugir de la barra, presentes en cada capítulo de “Jaraguá”, el exquisito regalo de Napoleón Rodríguez Ruiz.

La Loncha, don “Salva”, Marcial, doña “Silve”, Nicasio o “Jaraguá” cuántos nombres, cuántos personajes tan nuestros, tan salvadoreños. 
La mujer trabajadora y abnegada, el hacendado de carácter recio, el campesino con sueños y la viejecita dicharachera, todos forman parte de ese paisaje construido con letras y pasión. 

Napoleón Rodríguez Ruiz, el creador de esta obra literaria, nació en la ciudad de Santa Ana, el 24 de junio de 1910, pero desde niño vivió en la tierra de sus padres, un rincón rústico y campirano de San Pedro Puxtla, en Ahuachapán. 

Su infancia se desarrolló entre campesinos luchadores que vivían de las tareas agrícolas en la hacienda “Las tres ceibas”. Ahí, Napoleón aprendería las costumbres, el sentir y el vivir del campesino salvadoreño. 

JARAGUÁ", de Napoleón Rodríguez Ruíz, sigue la tradición iniciada por Salarrué en la narrativa descriptiva autóctona salvadoreña.
Una novela auténticamente "guanaca" que se desarrolla en el calor de la costa salvadoreña.
Todo aquel lector salvadoreño que quiera conocer más de su gente y su cultura, no debe de dejar de leer este libro.