La Suprema Plegaria
Yo quiero ser, Dios mío, lo que Tú me enseñaste;
yo quiero ser, Díos mío, tan sólo luz y amor,
para alumbrar los pasos del que anda entre tinieblas,
y del que sufre y llora compartir el dolor.
¡Señor!, que siempre sea perdón, amor y olvido;
¡Señor!, que siempre sepa darme en celeste don;
y aquí en una sonrisa, y allí en una palabra,
ir repartiendo a todos mi pobre corazón.