En realidad, se trata de una simplificación, algo así como un resumen de lo que técnicamente debería citarse como proyección artística folklórica musical: la acepción literal del término folklore significa "el saber del pueblo" (fofk: nación, pueblo: lore: saber, conocimiento).
Una apreciación erudita señala que, en realidad, se trata de la época de la tradición, que a su vez evoca los mecanismos por los cuales heredamos lo que fije propio de los mayores y conservamos a través del tiempo.
Esto no significa que se mantengan intactas las costumbres, sino que pueda apreciarse en ellas el núcleo de la llama (el rescoldo), aunque se evidencia que va perdiendo eficacia vital en los modos sociales.
Siempre hay como conducta una superación de moldes que en nombre del progreso intentan sustituirse: una buena pregunta en este punto es si los contenidos intrínsecos de una vidala o la interjección del sapucay pueden quedar desafectados o pasados de moda.
Es evidente que en estos últimos años el mundo se ha ido interrelacionando de tal forma que -1os figurines - en lo que a productos musicales se refiere cobran tal dimensión que, por lógica, derraman sus influencias y, en dosis imperceptibles, comienzan su accionar modificatorio sobre los gustos y las costumbres.
Una cuestión esencial radicaría entonces en cotejar la continuidad superviviente de aquéllas y estas otras presencias.
Para epilogar esta inagotable especulación basta recordar una síntesis brillante que puntualiza que el folklore es el patrimonio de las capas subyacentes que aflora en la cultura de las naciones civilizadas.