Respuesta :

Algunas relaciones entre especies son auténticas luchas a vida o muerte. El vínculo que se establece entre el predador y el predado puede tener dos finales: la presa, más débil, muere devorada; o bien huye y, entonces, el que muere, pero de hambre, es el cazador. En la relación depredadora una especie es alimento habitual de otra. La selección natural actúa sobre ambas, de forma que sólo sobreviven los individuos más fuertes de cada una. Los predadores suelen especializarse en la captura de las presas que les corresponden por naturaleza, aplicando una metodología adecuada a cada situación. Los cocodrilos, por ejemplo, se sitúan al
borde de los abrevaderos, donde esperan sumergidos a que aparezca la presa adecuada. En este tipo de relaciones, las especies implicadas buscan de forma continua la manera de imponerse sobre el otro. 
En la lucha por la supervivencia habitualmente el más grande, pero a menudo más bien el más listo, es quien acaba ganando la batalla. La evolución aumenta la eficacia del depredador para encontrar, capturar y devorar a su presa. Al tiempo que mejora los recursos de la presa para huir. Ambos salen ganando (cuando sobreviven). Una amenaza común es la desaparición del hábitat natural que comparten. Cuando esto ocurre, si las presas se extinguen o se desplazan, las especies predadoras a veces atacan a otros animales que no son sus víctimas habituales.

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